jueves, 14 de julio de 2016

PALABRAS DE COMPRENSIÓN PARA LOS ESCRITORES TACHIRENSES por Horacio Cárdenas. Colección Manuel Felipe Rugeles. Nº 18. San Cristóbal. 1970.


Por: Horacio Cardenas


Horacio Cardenas
(Foto Archivo Táchira Literaria).- 


Aquí están de nuevo en el signo me­tálico de su nombre, frente a su tierra pro­pia abierta para ellos como la húmeda pu­pila de la noche. Abramos las manos y al­cemos el alma para recoger la estrella que de cada uno de ellos nos devuelve la som­bra del tiempo y de la muerte. Abramos también la rosa blanca de la niebla para que Manuel Felipe los reciba en su aldea estre­mecida de alegría porque los caminos ya se perdieron en el cielo. Ya se esparcirán por el aire las campanas alborozadas de la to­rre de la aldea o de la villa; ya comenzare­mos a sentirnos más sosegados con la pre­sencia de estos escritores que pare­cían desterrados de su lar nativo. To­dos seis fueron poetas no sólo en la cadencia sonora del verso, sino en el difícil ritmo de la vida. Poetas que crean entes con sus manos o con sus palabras como si fuesen pequeños dioses humanos, afirmaba hace más de dos mil años el viejo Aristóteles. Todos ellos nacieron en esta tierra y desde aquí se lanzaron a la aventu­ra de correr el mundo como el viento. Al­gunos cayeron luego inermes en distantes ciudades como Bruselas, Paris y Caracas. ¡Y qué trayectoria fascinante la que dibuja­ron estos hombres que conocieron la luz en nuestros pueblos de sugestivos nombres como Capacho, Ureña, La Grita, la villa de San Cristóbal! Ellos conjugaron el princi­pio con el fin; las primeras palabras con el irrevocable silencio; las primeras miradas con el ojo dormido de la eterninad como un sol negro en el más oscuro atardecer.
Pero la vida es luz y en ella estamos: ¿qué significó para López Méndez, Pío Gil, Samuel Darío Maldonado, Emilio Constan­tino Guerrero, Vicente Dávila y Manuel Fe­lipe Rugeles esa luz cotidiana que bañaba sus frentes como una cascada blanca? Qué relación se tejió entre sus vidas y sus obras escritas? Muy abundosos podemos hallar los elogios que sobre estos escritores tachirenses se han elaborado con reiterada insis­tencia por quienes casi siempre no han sa­bido comprender sus obras. En actos de ocasión o en artículos de prensa se nos ha fatigado la paciencia con el mismo panegíri­co en que se ha convertido en algo inope­rante el inteligente mensaje de López Mén­dez, el áspero pero fidelísimo ejemplo de Pío Gil, la aventura literaria que cabalgó sobre todo el paisaje venezolano de Sa­muel Darío Maldonado. En las admiracio­nes como en los afectos, sus consentidos excesos dan más bien agonía que ardor vi­tal. No sería, por lo tanto, baldío reiniciar una analizada ponderación en los juicios que sobre nuestros escritores tachirenses solemos hacer no para denigrar o verter so­bre ellos el ácido de la negación sistemáti­ca, sino para limpiar un poco el Olimpo de mucho bardo exaltado que ha logrado arri­mar hasta allí sus bártulos poéticos. Es ne­cesario ir adecuando la crítica literaria a cá­nones de valoración estética más acordes con la justicia.
Pero si abrumadora es esta tendencia hacía el constante elogio, también corre peor suerte la contraria que asumen algunos jó­venes aficcionados que acaban de descubrir alelados el mundo y la vida en la lectura, muchas veces digital, de algún último libro. Pareciera que desde un tiempo presente quisiera dar consejos a escritores ya falle­cidos, corregirlos o señalarles el verdadero camino de la escondida senda. Ese tono regañón con los muertos es como pretender repetir el amanecer de un día ya pasado; denota además una carencia de perspectiva de quien se topa con el mundo sólo a un palmo de su mirada. Es como si pretendié­ramos que los escritores del pasado hicie­ran cuanto nsootros hacemos o nos obede­ciesen como párvulos anonadados por nues­tros requerimientos.
Se les exige el no haber emplazado como un canón de montonera una actitud rebelde en un mundo en el cual algunos de estos escritores, por motivos que debemos respetar, se sintieron conformes.
¿No sería, en consecuencia, más útil adentrarse en sus vidas y en sus obras para preguntarles si fueron consecuentes consigo mismos? Tratar de dialogar con ellos a través de sus propias palabras; descubrir si como escritores se dieron a su trabajo sin tregua y sin mesura. Para recabar los datos que puedan configurar un juicio más comprensivo y profundo, se requiere del mis­mo modo mayor esfuerzo interpretativo y cla­ridad conceptual que la fácil diatriba o el em­palagoso elogio. De esa comprensión de sus personas y de su tiempo histórico se podrá arribar también a una mayor comprensión de cuanto somos nosotros mismos. Porque los sentimos en medio de nuestra tradición cultu­ral queremos que sus personas se encuentren en medio de nosotros. No podemos con­formarnos con que sigan siendo unos deste­rrados cordiales del calor de nuestras preo­cupaciones, que no los sintamos en sus palabras como borbotón que corre por nuestro ser, que no sepamos darle aliento esperanzado a sus desvelos; que regresen con sus cenizas y con su palabra viva a es­ta tierra de donde partieron una vez.
En Bruselas, inesperadamente, apenas cuando contaba 28 años, concluyó la vida de Luis López Méndez. Si bien había derri­bado estatuas al final de la era guzmancista sabía ser el más metódico lector y la inteligencia más avisada y actual de su ge­neración. A fines del siglo XIX no se encon­traba en Caracas un joven que dispusiera de una mentalidad más moderna, dentro del pensamiento positivista, que López Méndez, este hijo ausente de San Cristóbal que asom­bró a sus propios compañeros como Gil Fortul y Lisandro Alvarado. Hubiera sido el verdadero ideólogo del positivismo vene­zolano de no llevárselo la muerte en 1891. A su edad, ningún otro escritor exhibía una madurez conceptual como la suya, aunada a una vasta formación intelectual.
En otra capital europea, en 1918, en Pa­rís, en un hospital del barrio Saint Denis consumiendo su desolada soledad, Pedro María Morantes, que escribía con el seudó­nimo de Pío Gil, vivía sus postreros días. Poco antes de morir escribe sus últimas cartas a Matilde Alvarado a Caracas y en cada una de sus frases hay un pozo de so­ledad y amargura, pero también entre los escritores de su época ninguno ha sido más consecuente con sus ideas que este hombre silencioso, huraño que vivió largos años en una manzarda de París rumiando sus histó­ricas páginas de desconsuelo. Los años se cayeron de su calendario y París fué extra­ño a este gran desterrado. A menudo nos conmueve leer en sus diarios el recuerdo emocionado que hace de sus años juveniles vividos en San Cristóbal o de mozalbete en Mérida cuando durante sus estudios univer­sitarios de Derecho fundó junto con otros compañeros la famosa colonia tachirense y publicaban el periódico «La Madrèpora». Que muchos sucesos de la historia regional son juzgados por Pío Gil de una manera apasionada y que careció a menudo de la comprensión que hoy pedimos para él, no desmerece su talla moral de escritor a la que dedicó continuas horas de insomnio y le costaron la ausencia definitiva de su patria.
En posición opuesta a la de Pio Gil nos hallamos con escritores de la importancia de Samuel Darío Maldonado y Emilio Constantino Guerrero. No existe personali
dad más desconcertante y rica en sugestio­nes en las letras tachirenses como la de Sa­muel Darío Maldonado. Médico, antropólo­go, poeta y novelista, combinó de manera extraña sus ideas científicas con el mundo mágico de las creencias imponderables; se acercó al mundo primitivo de los indios a orillas del Orinoco, el Caura y el Caris, bus­cando inclusive los restos de algún hueso etimológico de lengua Caribe. En Ciudad Bolívar, bajo el ardor de una noche húmeda, en Maturín, en la seca estepa de Carora, en Cúcuta o en Mérida, los poemas de Maldonado brotaban incesantemente como «un río por explorar» segura la acertada frase de Picón Salas. Su poema más extenso e irre­gular que nos muestra hermosos fragmentos como el dedicado a la india Tamaleya, y en otras partes decadente, lo constituye el ti­tulado «Luis Cardozo», que tiene por esce­nario a las poblaciones de Aguas Calientes y Ureña. Pero la mayor riqueza en expre­siones idiomáticas, especie de colección de cuentos, aventuras y descripciones de tipos y paisajes venezolanos lo constituye su gi­gantesca novela «Tierra Nuestra», escrita sobre la región orinoquense varios años an­tes que las novelas de Gallegos. Había que excavar esas páginas tan sugerentes de venezolanidad.
Menos ambicioso que Maldonado, pero también más preciso fué Emilio Constantino Guerrero, hijo notable de La Grita. Poeta romántico, sin mucha originalidad escribió sin embargo una obra de valor testimonial histórico y geográfico como lo fué «El Táchira físico, político e ilustrado». En sus ratos libres compaginó una novelita titulada «Lucía» que su mayor valor radica en ser un testimonio del sismo que azotó los Andes en 1894. Su Diccionario Filosófico con­tinúa siendo un estudio logrado sobre el lenguaje venezolano con referencia al de España y al de otros países de la América.
Apasionado y serio investigador de la historia fué el Doctor Vicente Dávila. Poseía las disciplinas objetivas del universitario y del hombre tenaz que sabía arrancarle al archivo sus secretos. No solo su trabajo en la dirección y publicación revisada del ar­chivo de Miranda, sino también en toda esa abundante serie de trabajos biográficos so­bre héroes, militares y personajes relevan­tes de la gesta emancipadora, le otorgan un significado excepcional en la historiografía venezolana. Vicente Dávila incorporó a la historia venezolana ese momento pre­cursor que protagonizaron los comuneros tachirenses y mérideñós en 1781.
Pero volvamos a la Aldea en la Niebla. Aquí nos espera el más grande poeta de esta tierra que pudo infundirles su palabra aliento continental. Pocos hombres como Manuel Felipe Rugeles supo ser el poeta de su propia vida; pocos hombres como Manuel Felipé tendió siempre la mano al amigo como un hermano; pocos poetas en Vene­zuela han volcado sobre su tierra nativa las más hermosas imágenes y la más pro­funda emoción de quien sabe querer la es­trella y también la escondida violeta del valle paramero. Aquí estamos en la Aldea en la Niebla, la mejor comarca para que se reú­nan todos estos escritores del Táchira.
Finalmente, yo bien sé que Rugeles y nosotros con él y con él los escritores tachirenses estaremos por siempre jamás repi­tiendo su sencillo verso sonoro:

«La aldea me dió su alma, Yo di mi alma a la aldea».



(Palabras en el Parque de los Escritores Tachirenses el día 19 de abril de 1.970)


Luis López Méndez
NOTAS:
 
—Luis López Méndez (1865—1891)

1. — Ensayos. Al Padre de la Patria en su Centenario. Caracas, Imprenta El Monitor, 1883. 96 p. 23 cms. Prólogo de Luis López Méndez.

2. —Mosaico de Política y Literatura. Bruselas, A. Vromant y Cía. 1890, 388 p. 16 1/2 cm. Prólogo de Gil Fortoul.

5.— La balada de los muertos. El último sueño. Un Mes en España. Eduardo. Liverpool, Phillips Son and Nephew, 1892, 44 p. retrato 15 1/2 tms. Prólogo de Gil Fortoul.

4 — S. D. S. Luis López Méndez, Consul General de Venezuela en Belgique; son séjour a Bruxeles; sa maladie; son déces; ses funérailles, para S.D.S. Bruxeles, Imprimerie A. Vromant et Cie, 1891 53 p. 25 cm.

5.— «El partido Democrático» a la memoria de L. López
Méndez. Caracas, Imprenta El Radical, 1892. 14 p. 22 1/2 cm.

6. — Obras completas. Barquisimeto, Editorial Nueva Segovia, 1955. 28 a 22 cm.
Colección «Pensamiento venezolano». Prólogo de Gil Fortoul. Contiene juicios sobre López Mén­dez de Alejandro Urbaneja y Julio Panchart.

7. — Obras completas. Caracas, s. p. i. 1960.. 300 p. 24 cm. Prólogo de Luis Beltrán Guerrero. En la cubierta: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. No. 6 Año Cuatricentenario de San Cristóbal.

8. — Guerrero. Luis Beltrán, 1914 - Primer encuentro con López Méndez. Caracas 1953.- Revista Nacional de Cultura, año XIV, No. 100, sept-oct. 1.953. pags. 62-68. Luis Beltrán Guerrero ha estudiado con especial interés y acierto el pensamiento de Luis López Méndez. Véanse también sus trabajos: «Introducción al positivis­mo venezolano», Facultad de Humanidades y Educa­ción U.C.V., 1957; y el prólogo a las «Obras Comple­tas» de López Méndez editada en la Colección de Te­mas y Autores Tachirenses», Caracas 1960.

9. — Salcedo Bastardo, José Luis, 1926. - Caracas, Tip. La Nación. 1947- 95 p. 116 cm. Cuadernos literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos Nº 57. Bibliografía, págs. 45-46. En fuga hacia la gloria. 


Pedro María Morantes (Pio Gil).

- Pedro Maria Morantes (PIO GIL), 1865- 1918.

1. — Puñado de guijarros. Barcelona, Imprenta Oro y Azul. 91 p. Seudónimo: PIO GIL.

2. — El Cabito, novela venezolana contemporánea. París, Imp. Cosmopolitana 1909. 325 p. 19 cm. Título con seudónimo: Pío Gil. 2da edición: Valencia, Imprenta de F. Vives Mora, 1910. 406 p. 18 cm. Seudónimo: Pío Gil. 4a edición: Caracas, Tip. Garrido, 1951. 394 p. re­trato, 24 cm. «Palabras preliminares para la cuarta edición de El Cabito», firmado por R. A. Rondón Márquez.

3. — Los felicitadores. Málaga, Zambrano Hermanos Impresores, 1911, 91 p. 19 1/2 cms. Seudónimo: Pío Gil. Otra edición: Caracas, Tip. Garrido, 1.952. 110 p. 23 cm. Seudónimo: Pío Gil.

4. —Cuatro años de mi cartera. Málaga, Zambrano Hermanos Impresores, 1911, 225 p. 19 cms. Seudónimo: Pío Gil. Otra edición: Caracas, Tip. Garrido 1952, 267 p. 25 cms.


5. —Personalismos y verdades, (panfleto amarillo). Ligugé (Francia) Imprimerie de E.. Aubin, 1912.- 95 p. 18 1/2 cm. A la cabeza del titulo: seudónimo del autor: Pió Gil.

6. —Personalismos y verdades (panfleto azul). Ligugé (Francia) Imprimerie de E. Aubin, 1912.- 95 p; 18 cm. Seudónimo del autor: Pío Gil. 
7.—Personalidades y verdades (panfleto rojo). Francia (?) Imp. Cyrano Luva, 1915. 95 p. 17 1/2 cm. Seudónimo del autor: Pío Gil.

8. —Amarillo, azul y rojo; personalismo y verdades. Caracas, Tip. Garrido, 1952. 181 p. 24 cms. Seudónimo del autor: Pió Gil.

9. —Albun conmemorativo del acto literario y artístico ce­lebrado en el Salón de Lectura de San Cristóbal, al ser colocados los retratos de José Ramón Yépez, Pe­dro María Morantes y Udón Pérez, la noche del 4 de abril de 1938. San Cristóbal, s. p. i. 1938. 33 p. 15 cms.

10 .—Carrillo Moreno, José. 1922. — Pío Gil. Caracas, Tip. Vargas, 1955. 135 p., retratos, 23 cms. Prólogo de Ramón Díaz Sánchez.

11.—Andanzas de un desterrado. Caracas Imprenta Na­cional 1970. 157 p. 24 cms. Riblioteca de Temas y Autores Tachirenses No. 50.

12.—Diario Intimo y Otros Temas No. 6 Venezuela Pe­regrina.—Ediciones de la Presidencia de la Repú­blica Editorial Arte, 1965, Caracas.—24 cm-— 532 pág. Prólogos de Andrés Eloy Blanco y Ramón J. Ve- lásquez.

13.—Cartas de Amor a Matilde Alvarado. No. 30, Biblio­teca de Autores y Temas Tachirenses, No. 30, 1962. 19 cm. 138 pág. Prólogo, José Carrillo Moreno. Entrevista a Matilde Alvarado por Ana Mercedes Pérez. 


Samuel Darío Maldonado

—Samuel Bario Maldoñado 1870-1925.

1. —Por las Sierras Nevadas. Caracas, Tip. Herrera Irigoyen, 1.905. 28 p. 24 cms.

2. —Defensa de la antropología general y de Venezuela. Errores del Dr. J. Gil Fortoul. Segundo paso a vue­lo de pájaro por El Hombre y la Historia y pri­mero y último, de igual modo a Hombres e Ideas; descubrimiento del hueso de los Incas en territorio de Venezuela y en el Estado Lara, patria del autor alu­dido. Caracas, Imprenta Bolívar, 1906. 146 p. 21 1/2 cms.

5.—Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso de los Estados Unidos de Vene­zuela en sus sesiones ordinarias de 1909. Caracas, Empresa El Cojo, 1909. vs. lájns. retratos. 29 cms. Exposición firmada por S. D. Maldoñado

4__ Saneamiento general y fiebre amarilla (su profilaxia)- Caracas, Tip. Gutembérg, 1912. 26 p. 25 l/2cms. Conferencia leídá por S. D Maldoñado; de la Asocia­ción de Conferencistas, en el Salón de la Academia de Bellas Artes la noche del 12 de febrero de 1.912.

5.—Tierra nuestra (por el río Caura). Con un vocabula­rio. Caracas, Lit. del (Comercio, 1920. 505 p. 24 cms. 2da edición, s.p.i., 196Ó. 485 p. retrato. 24 cms. Vocabulario:'pags. 478-485. En la cubierta: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. No. 4, Año Cuatricentenario de San Cristóbal.

6.—Discurso pronunciado en Ocumare de la Costa el 28 de junio de 1921. Caracas, Tip. Cultura Venezolana, 1921. 15 p. 23 cms.

7—Obras varias. s. p. i. 1960. 308 p. 24 cms. En la cubierta: Biblio­teca de Temas y Autores Tachirenses. No. 9. Año Cuatricentenario de San Cristóbal.

8. —Carmona Nenclares, Francisco: Samuel Darío Maídonado, suelo y hombre del trópico. Caracas, Editorial Cecilio Acosta, 1941. 129 p. 191/2 cms. Antología de «Tierra Nuestra», pags. 79—129.

9. —Díaz Mantilla S. (Compilador). Antología Tachirense. Caracas, Tip La Nación, 1942. 66 p. retrato 221/2 cms. juicios acerca de S. D. Maldonado, pags. 31—66

10. —Sherwell, Guillermo Antonio (1878—1926: Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, héroe y mártir de la independencia Americana. Caracas, Lit y Tip del Comercio, 1924. 274 pgs. lams, retratos, 19 cms. Traducción del inglés por S. D. Maldonado. 


Emilio Constantino Guerrero

 Emilio Constantino Guerrero (1870—1920)

1. —Discurso de orden pronunciado por su autor Emilio Constantino Guerrero, en la velada literaria que el Colegio Seminario del Sagrado Corazón de Jesús ce­lebró el 5 del corriente en honor de su patrono de­dicado a Su Santidad León XIII. La Grita, Imprenta del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús 1891—13 p. 221/2 cms.

2. —Semblanza del Sr. Pbro. Dr. Jesús Manuel Jáuregui. Caracas, Tip. Mi Empresa, de José R. Borges, 1895. 38 p.

3. —Ecos de la Patria. La Grita, Tip. del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, 1896, 33 p. 191/2 cms.

4 —Epifanio Mora (esbozo biográfico y juicios literarios). San Cristóbal, Tip de la Moda. 1900. 28 p. 19 1/2 cms.

5 - Campaña heroica. Estudio históribo militar de la campaña dirigida en Venezuela por el General Ci­priano Castro, como Jefe de la Revolución liberal Restauradora, en 1899, Caracas, J. M. Herrera Irigoyen, 1904. 148 p. 18 cms.

6 - Sangre Patria. Caracas, Tip. J. M. Herrera Irigoyen, 1904. 186 p. retrato 19 cms.

7.—Lucía (novela). Caracas, s. p. i. 1904. 95 p., retratos. 18 1/2 cms.

8__ El Táchira físico, político e ilustrado. Caracas, Tip. H. M. Herrera Irigoyen, 1905. 506 p. 82. 2a. edición: Caracas, Editorial Gecilio Acosta, 1944. Biblioteca de escritores y asuntos venezolanos.

9.—Mensaje especial. Caracas, Imprenta Nacional, 1910. 7 p, 51 cms.

10— En torno a la cuna. Poema en un canto. Caracas, s. p. i, 1910 (?) 28 p. 20 cms. Prólogo firmado por Júvenal Anzola.

11— Poesías originales. Barcelona, Casa Edit. Mauxci, 1915 (?) 157 p. 181/2 cms. Anotaciones de Félix Díaz de Aguilar. Prólogo fir­mado por Jerónimo Maldonado.

12. _Fuentes económicas y asuntos de interés general. Río de Janeiro, Typ. do Jornal de Comercio de Ro­dríguez & Gía, 1921. 238 p. 18 1/2 cms.

13. —Estudios jurídicos. Nichteroy. Escola Typ. Salesiana, 1922,. 395 p. 18 cms.

14. —Diccionario filológico; estudio general sobre el len­guaje venezolano con referencia al de España y al de otros países de la América Latina. Nicheteroy. Escola Typ. Salesiana, 376 p. 23 cms. En la cubierta: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, No. 8. Año Cuatricentenario de San Cristóbal.

15. —Los héroes de la epopeya (Faces y rasgos). 2a. edición, Rio de Janeiro, Typ do Jornal de Comercio de Rodriguez & Gia, 288 p. 19 cms.

16. —Década presidencial (Ideas políticas y administrati­vas.) Rio de Janeiro, do Jornal do Comercio de Rodri­guez & Cia. 100 p. retrato, 17 1/2 cms.

Vicente Dávila
Vicente Dávila (1874—1949)
1 —Verdades. Caracas, Imprenta Bolivar, 1900. 103 p. 17 1/2 cms.

2.—Proceres merideños. Caracas, Imprenta Bolívar, 1918. 278 p. retratos, facsims. 5 cms.

3. —Jaculatorias. Caracas, Imprenta Bolívar. 1919. 202 p. 82. 2a. edición, 1925. 168 p. 22 cms. 3a: edición: Mexico, D. F. M. León Sánchez, 1943-

4. —Proceres trujillanos; obra dedicada a la antigua pro­vincia trujillana. Caracas, Imprenta Bolivar, 1921. 368 p. ilus. retra­tos. 24 cms.

5. —Centenario de Carabobo; discurso pronunciado por el Dr. Vicente Dâvila en el Panteón Nacional el día 5 de julio. Caracas, Imprenta Bolivar, 1921, 22 p. 22 cms.

6__ Discurso de recepción del Dr. Vicente Dávila; como individuo de número de la Academia Nacional de Historia, el 23 de julio de 1922. Caracas, Imprenta Bolívar, 1922 78 p. facsim. 22 1/2 » cms.

7. —Investigaciones históricas. Caracas, Imprenta Bolívar, 1925—27. 552 p. ilus. facsim. Tomo I 1925.

8. —Diccionario biográfico de ilustres próceres de la In­dependencia suramericana. Caracas, Imprenta Bolívar, 1924. 2 vs. 251/2 cms.

9__ Acciones de guerra de Venezuela durante su inde­pendencia. Caracas, Tip. Americana, 1926, 40 p. mapas, 25 1/2 cms.

10. —Don Sancho Briceño. Su monumento en Trujillo. El árbol de los Briceños. Caracas, Tip. Americana, 1927. 72 P. 24 cms.

11. —Archivo Nacional: Encomiendas. Caracas, Tip. Americana, 1927—49. 5 vs. facsims. 25 cms. Prólogos firmados por Vicente Dávila.

12. —Archivos del General Francisco de Miranda. Caracas, Editorial Sub—América, 1929—1950, 24 vs. retratos, planos, facsims. 25 1/2 cms. Esta publi­cación ha sido ordenada, dirigida y revisada por el Dr. Vicente Dávila, comisionado del Gobierno na­cional.

15.—Archivo Nacional: Hojas Amarillas. Caracas, Tip. Americana, 1950 24 cms. Contiene las hojas de servicio de las antiguas pro­vincias que constituyeron en 1777 la Capitanía Ge­neral de Venezuela, desde 1768, año en que se esta­bleció en Caracas el primer regimiento español, has­ta 1810, en que inició la Independencia Nacional. Prólogo de Vicente Dávila.

14.'—Biografíe de Miranda. Caracas, Tip. Americana, 1933. 50 p. 15 1/2 cms.

15—Destrucción de Pregonero. Caracas, Tip. Americana. 1936. 70 p. 16 cms.

16__ Labores Culturales. Caracas, Tip. Americana, 1956 154 p. 17 cms.

17. —Problemas Sociales. Vol. I. Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1959. Vol. II: México, Imprenta Rafael Ros e hijo, 1942. 2 vs. retratos. 25 cms.

18. — Bolívar, intelectual y galante. México D.F. Imprenta Raf. el Ros e hijo, 1942. 75 p. retrato.

19. — Historial genealógico de la familia del General Ra­fael Urdaneta y de su descendencia. Caracas, Lit. del Comercio, 1945. 35 p. retratos, escudos. Estudio publicado en «Investigaciones His­tóricas», Tomo II, corregido y aumento por un desr cendiente del procer.

20. — Rincones mexicanos. México, Imprenta de Manuel León Sánchez, 1947, 458 p. ilus. retrato 24 cms.

21—Depons, Francois Raymond Joseph: Viaje a la parte oriental de tierra firme. Caracas, tip. Americana, 1930, 518 p., mapas, planos, 261/a cm Prólogo de Vicente Dávila.

22. — Jahn, Alfredo, (1867-1940): Discurso de recepción del Dr. Alfredo Jahn como invitado de número de la Academia Nacional de Historia el 25 de febrero de 1923. Caracas, Tip. Mercantil. 1923, 35 p. 20/4 cms. Contestación por el Dr: Vicente Dávila.

23. — Montilla, José Abel: Discurso pronunciado en el acto celebrado en el Salón de Lectura de San Cristóbal para la colocación, en la galería de venezolanos ilus­tres, del retrato del Dr. Vicente Dávila, en la noche del 27 de septiembre de 1956. Caracas, Tip. Garrido, 1956. 30 p. 16 cms.

24___ Pérez Rojas, J. G. Pbro : Discurso de orden pronun­ciado por el Pbro. Licenciado J. G. Pérez Rojas en el elogio del Dr. Vicente Dávila en la solemne cere­monia de grados y entrega de diplomas a los norma­listas de la promición «Dr. Vicente Dávila» egresados el presente año de la Normal Parroquial San Juan Bautista, de San Cristóbal, en el Salón de Lectura en la noche del 20 de julio de 1957. Caracas, Tip. Garrido, 1957. 28 p. 16 cms.

25.— Picón Febres, Gabriel (compilador): El apellido Picón en Venezuela. Caracas, Impreso por Primitivo Quero Martínez, 1922. Contiene: Dr. Vicente Dávila.

26— Silva, Antonio Ramón, Arzobispo: Documentos para la historia de la Diócesis de Mérida, recogidos por el limo, señor Doctor Antonio Ramón Silva. Mérida, Imprenta Diocesana, 1908-27. 6 vs. 22 cms. Prólogo del vol. 5o: Vicente Dávila.

27.— Vargas, Francisco Alejandro: Las banderas de la patria. Caracas, Tip. Garrido, 31 p. ilus. 1949. re­tratos,' 221/2 cms. «La bandera de Miranda» firmado por Vicente Dávila. 


Manuel Felipe Rugeles
 
Manuel Felipe Rugeles 1904 - 1959.

1. — Cántaro, (poemas). Caracas, Cooperativa de Artes Gráficas, 1937. 88 p. 24 cms.

2. — Discurso como Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Táphira, al clausurar las sesiones de este año. San Cristóbal, Imprenta del Estádo, 1938. 7 p. 19 cms.

3. — Oración para clamar por los oprimidos. Caracas, Ediciones de la Revista «Viernes». Tip. La {¿ación, 6 p. ilus: 321/2 cms.

4. — La errante melodía. Caracas, Edit. Egry, 1942. 20 p. 29 1/4 cms. Ediciones del Centro Cultural del Táchira. Ilustrado por Bernardo Vargas Codazzi.

5. — Puerto del cielo; sonetos 1944-1945. Bogotá, Caracas, Librería Voluntad S.A. 1946. 159 p. 18 cms.

6-—Dos discursos y un Poema; trabajo de los señores Lic. Alfonso Francisco Ramírez, Ing. Félix F. Pala- vicini y Manuel Felipe Rugeles, leídos en asambleas organizadas por la Sociedad Bolivariana da México y la Academia Nacional de Historia y Geografía. México D.F., Editores e impresores «Beatriz de Silva», 1947. 44 p. retrato, 231/2 cms.Se publican el 17 de diciembre de 1947, CXV1I aniversario de la muerte del Libertador.

7. — Memoria de la tierra (poemas 1946-1948). Caracas, Ediciones Signo, 1949. 137 p. 21 1/2 cms. Ilustración de la carátula por Manuel Osorio Velasco.

8. — Canta, Pirulero. Poesía Infantil. Madrid, Impreso en Artegrafía S.L. 1950. 119 p. lams. 17 cms. Ediciones del Ministerio de Educación Nacional, Dirección de Cultura. Biblioteca popular venezolana, 36. Otra edición: Caracas, Jaime Villegas, impreso en los . Talleres Aldus S. A., Madrid. 1954. 73 p ilus de Serny (sued) 24 cms.

9. — Nuestro Libertador, y la ciudad argentina de Bolívar. Discursos. Buenos Aires, Pellegrini imp. 1951. 37 p. 18 1/2 cms.

10. — Poetas de América canten a Bolívar, Buenos Aires, Pellegrini imp. 1951. 124 p. 24 cms

11. —Antología poética con un poema de Rafael Alberti. Buenos Aires. Editorial Losada, 1952. 207 p. 21 cms. Poetas de España y América.

12.— Lo popular y folklórico en el Táchira. Buenos Aires, 1952. 50 p. 16 cms. Publicación de la Embajada de Venezuela No, 10.

13. — Sentido emocional de la patria. Caracas, Imprenta Nacional, 1955, 48 p. 18 1/2 cms. Ediciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes. Conferencia leída en el Teatro Municipal de Cara­cas, el 17 de junio de 1953 en el acto de inaugura­ción de la Semana de la Patria.

14. — Cantos de Sur y Norte, (poemas). Buenos Aires, Editorial Losada S.A., impreso en la Imprenta López, 1954. 159 p. 21 cms. Poetas de España y América.

15. — Evocación geogràfica de la isla de Margarita (poema). Caracas, Imprenta de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, 1953. 12 p. 30 1/2 cms: Otra edicióu: Caracas, Imprenta de la Dirección de Cultura y Bellas Artes, Ministerio de Educación, 1954. 16 p,, 23 1/2 cms. Ilustraciones de Bourse Herrera.

16. — Aldea en la niebla y otros poemas de la tierra. 2a edición: Caracas, Talleres de Gráficas Sitges. 1956 Ilustraciones de R. M. Durán. Prólogo de R. A. In­fausti.

17. — Dorada Estación (poemas). Caracas, Imprenta del Ministeriode Educación, 1960. sin paginación, 51 cms.En la cubierta: Cuaderno de poesia. Ilustraciones de María Tallian.

18. — Asuaje Alamo, Ana Mercedes: Himno déla agricul­tura. Caracas, Talleres Gráficos del Ministerio de Agricultura y Cría, Dirección de Gabinete, Departa­mento de Divulgación Agropecuaria, 1950. 9 p. músi­ca, 29 1/2 cms. Letra de Manuel Felipe Rugeles; música de Ana Mercedes Asuaje.

19. — Guerrero, Luis Beltrán: «Manuel Felipe Rugeles». San Cristóbal, Imp. Edit. Vanguardia, 1960. 15 p. 19 cms. En la portada: Colección «Manuel Felipe Rugeles» No. 1. Contiene además: «El San Cristóbal Tennis Club» por R. M. Rosales, pags, 5-12.

20. —Poesías. Caracas, Editorial Arte, 1961 218 p. 19 cms, retrato En la portada: Biblioteca de Autores y Temas Tachi- renses. No. 16.

21. —El Almendro encendido. San Cristóbal, Edit. Vanguadia. Colección «Manuel Felipe Rugeles» No. 7. Prólogo de Horacio Cárdenas.

miércoles, 13 de julio de 2016

LUIS LOPEZ MÉNDEZ, UN TACHIRENSE UNIVERSAL

Por: Xuan Tomás Garcia Tamayo.


Xuan Tomás García Tamayo estudioso de la obra de Luis Lopez Mendez.

Luis López Mendez es nuestro máximo escritor y ensayista del siglo XIX. Luis López Méndez falleció el sá­bado 25 de julio de 1891 cuando ejercía el cargo de Cónsul de Venezuela en la ciudad de Bru­selas, Bélgica. El historiador José Gil Fortoul dice que Luis López Méndez murió el domingo 26 de julio, este dato es equivocado y no queremos repetir lo que ya dijo el reputado escritor Luis Beltrán Guerrero sobre este particular que ya aclaro la fecha de su muerte.
Luis Beltrán Guerrero en su famoso prólogo a las Obras Completas de Luis López Méndez, escrito por demas muy bien escrito, documentado y un trabajo muy completo. Remitimos al acucioso lector a ese trabajo sobre Luis López Méndez que esta publicado en la BATT (Nº 6 y 104). Na­cido en San Cristóbal o en San Antonio del Táchira en 1863. Sus primeros años transcurrieron en Los Andes. Después del fallecimiento de su madre, una señorita de apellido Hevia, de La Grita, de la familia García de Hevia de héroes y recaudadores de im­puestos, su padre fue Luis María López Mén­dez de la familia del López Méndez que acompañó a Bolívar y a Bello a Londres, a principios de la naciente República de Venezuela. El padre vino al Táchira como empleado de aduanas y se instalo en la población de San Antonio del Táchira, al niño quedar huerfano de madre lo llevo a Caracas y lo puso al cuidado de su hermana doña Isabel López Méndez. Su educación fue caraqueña. En sus escritos no se encuentra ningún recuerdo o referencia a su lar nativo.
Su único libro fue el Mosaico de Política y Literatura, un libro donde recopila diversos artículos de su autoría sobre variados temas, donde deja evidenciado sus conocimientos de biografía, crítica literaria, política, economía y filosofía.
Luis López Méndez tuvo una visión política adelantada a la de sus contemporáneos, pues en sus escritos ya visualizo el voto directo y secreto, además de hablar sobre el sufragio universal y los Derechos Políticos de la Mujer, temas nuy revolucionarios y comflictivos para la época.
Su fuerte era la crítica literaria, alli se destaca, tanto así que su estudio sobre el primer tomo de las Obras Completas de Juan Vicente Gónzalez, vislumbra al fogoso tribunó y polémico pe­riodista que se atrevió a decir que el Mariscal Falcón era un “esbirro” y que Ezequiel Zamora era un “estúpido ase­sino”. Si no desaparece Ezequiel Zamora hubiera terminado con todos los godos.
Su plataforma política y plan de go­bierno para su partido Unión Democrá­tica revela sus conocimientos políticos y su adelantada visión. López Méndez tenía una obra cimentada, pese a su corta edad, con el Mosaico de Política y Literatura. Murió a los 28 años. Mucho era de esperarse del segundo tomo en preparación del Mosaico y en preparación se quedó.
Luis López Méndez era una figura poli­facética: Libre pensador, anticlerical, posi­tivista, darwiniano (el hombre es la evo­lución de primates inferiores), lamarquista (teoría evolucionista muy popular entre la juventud de aquellos días), además era partidario de las enseñanzas positivistas del profesor Adolfo Ernst de la Universidad de Cara­cas.
Sus ideas heréticas eran producto del pensamiento fin de siglo, un sarampión que sacudía a la juventud estudiosa de Caracas. Algunos de sus artículos publicados en “El Fonógrafo”, periódico de Maracaibo causaron repulsa en el clero. Un artículo sobre una Encíclica de León XIII, aumentó su fama de anticleri­cal, era la lucha del liberalismo contra el poder temporal del papado. Otro artículo sobre la Educación Laica, aumentó su fama de libre pensador.
Donde verdaderamente descolló nues­tro biografiado Luis López Méndez fue en la biografía, en la crítica literaria, en la política y en ia economía. López Méndez era un hombre bien informado. Conocía los últimos libros publicados en Europa sobre diversos temas, especialmente de política y de economía.
En el Mosaico se destacan sus bio­grafías que le die­ron popularidad entre la gente joven por el enfoque que le dio a sus personajes.


LUIS LÓPEZ MENDEZ

La biografía del general Rafael Urdaneta fue escrita con cariño, resaltando su vida pública, su hoja de servicios y su rec­titud de espíritu. Otra biografía que lo hizo popular fue el ligero esbozo bio­gráfico de Sucre, que resalta la vida an­gustiosa de este mártir acribillado en la selva de Berruecos.
Además escribió la reseña biográfica de Santos Michelena, que narra el horrible crimen en 1848 en pleno Congreso. Un mártir de nuestra falsa democracia es­crita con veneración.
También fue publicado póstumamente su Balada de los Muertos, cantó a los muertos en un poema en prosa y algunos otros relatos como: El beso del espectro y El último sueño.
Hemos traducido del francés, trabajo ya terminado, un libro raro publicado en Bruselas por el vice-cónsul de Venezuela; Simón de Schryver. El libro está publi­cado bajo las siglas SDS (Simón de Schry­ver). Este libro describe la vida de Luis López Méndez, su actividad como cónsul general de Venezuela en Bélgica, su es­tadía en Bruselas, sus amistades, sus gustos y deseos, sus viajes, su trabajo dia­rio, su enfermedad, descenso y funerales.
López Méndez estaba interesado en que se publicara una vida de Simón Bolívar en francés por un francés. Buscó como colaborador para escribir al vice cónsul Simón de Schryver. A la muerte de López Méndez más de la mitad del tra­bajo Esquisse de la Vie de Bolívar (Esbozo de la vida de Bolívar) estaba terminado. La mayor parte de este trabajo se debe a la pluma de Luis López Méndez.
La crítica literaria recibió con entu­siasmo la obra de López Méndez. No po­demos equivocarnos. El hombre era un genio. Hay juicios críticos de Alejandro Urbaneja, David Lobo, Jorge Luciani, Ju­lio Planchart, José Luis Salcedo Bas­tardo, Fernando Paz Castillo y Luis Bel­trán Guerrero. Esperamos que esto sea un homenaje a nuestro desaparecido Luis López Méndez, genio muerto en mal momento y en mala hora. 

LUIS LOPEZ MÉNDEZ HEVIA, EL PRIMER ESCRITOR TACHIRENSE DE CARACTER UNIVERSAL



LUIS LOPEZ MENDEZ HEVIA (1863 - 1891)
José Antonio Pulido Zambrano
Presidente de la Peña Literaria Manuel Felipe Rugeles
San Cristobal - Tachira

El próximo 25 de julio de 2016 se cumplen 125 años de la trágica desaparición de Luis López Méndez, el máximo escritor y ensayista del Táchira del siglo XIX. Falleció en Bruselas mientras ejercía el cargo de Cónsul General de Venezuela. El doctor Antonio Arellano Moreno en uno de sus escritos nos dice que "el autor era una mente equilibrada, sintética y densa". Por su parte el doctor Luis Bertrán Guerrero, uno de sus grandes estudiosos publicó las Obras Completas del autor con un prólogo magistral y que recoge la esencia de este escritor tan fundamental en los inicios de una literatura tachirense. 
Luis López Méndez es un enigma desde su nacimiento, ya que el lugar donde vino al mundo es un misterio, unos dicen que nació en San Cristóbal y otros en San Antonio del Táchira, aun no se ha hallado su Partida de Nacimiento. Se tiene claro que nacio en 1863, han sido vanos los esfuerzos para conseguir su partida de bautizo por los especialistas en su obra. Sus primeros años transcurrieron en el Táchira, eso esta comprobado por algunos de sus escritos. Después del fallecimiento de su madre, una señorita de apellido Hevia, oriunda de La Grita, de la familia García de Hevia, donde sobresalen nombres de héroes independentistas y administradores de renta de tabaco en la época colonial. Su padre Luis María López Méndez de la familia del López-Méndez que acompañó a Bolívar y a Andrés Bello en misión diplomática a Londres a principios de la naciente República. Su padre fue enviado como empleado de la Aduana en San Antonio del Táchira, después de la muerte de la madre, el padre lo llevó a Caracas y lo puso al cuidado de su hermana doña Isabel López Méndez de Jurado. Allí deja de llamarse Luis López Hevia y toma para si todo el apellido paterno: Luis López Mendez. El padre de Luis Lopez Méndez fue Presidente del Estado Táchira en 1861.
La principal obra literaria de Luis López Méndez es el Mosaico de Política y Literatura, libro misceláneo con recopilaciones de diversos artículos sobre variados temas de biografía, crítica literaria, política y economía. 
Luis López Méndez tuvo una visión sagaz, ya que escribió sobre el voto directo y secreto, el Sufragio Universal y los Derechos Politicos de la Mujer. Estos temas eran muy revoluciona­rios para la época. Su fuerte era la critica literaria. Su estudio sobre las Obras Literarias de Juan Vicente González es un retrato verdadero del fogoso tributo y polémico periodista. Su plataforma política y plan de gobierno para su partido Unión Democrática revela su conocimiento político avanzado. 
Luis López Méndez tenía una obra cimentada pese a su corta edad, en el Mosaico
Murió a los 28 años. Su compañero de partido David Lobo calificó su desaparición como una pérdida irreparable para la literatura venezolana.
Luis López Méndez tuvo una gran formacion lectora y siguio la tendencia de moda de ese tiempo comocida como Positivismo. Recogió las enseñanzas del profesor Adolfo Ernst. Los editores de su obra: Ramón J. Velásquez, Pedro Grases y Manuel Pérez-Vila asi lo demuestran en la Doctrina Positivista (Tomo II), que es una Antología del Positivismo venezolano, ellos dicen que allí se debe incluir completo el Mosaico de Luis López Méndez. Entre sus creaciones estan las biografías breves para completar, destacandose la biografía del general Rafael Urdaneta, el Ligero esbozo biográfico de Sucre y la reseña biográfica de Santos Miehelena. 
El historiador José Gil Fortoul publicó postumamente su libro de relatos intitulado: La Balada de los Muertos, una ironía que cantara a los muertos quien murió de una apoplegía. 
Simón de Schryver, el Vice Cónsul de Brucelas, su amigo entrañable, en una Apología sobre su vida, describe su estadía en Bruselas, sus visitas a los Museos, su asistencia a Congresos Internacionales tales como la de la Gatt (Conferencia Internacional de Tarifas Aduaneras), y el Patronato de los Niños Moralmente Abandonados. 
Luis López Méndez perteneció a la Sociedad de Arqueología de Bruselas e hizo un estudio sobre la Instrucción Pública en Bélgica. 
Luis López-Méndez en sus conversaciones con el Vice Cónsul; Simón de Schryver, lo entusiasmo para elaborar en conjunto un esbozo de la vida del libertador; Simón Bolívar, obra que se editaría en francés, más de la mitad de este libro estaba concluida a la muerte prematura de luis López Méndez. La mayor parte de este trabajo se debe a la pluma de Luis López Méndez, publicado en Bruselas posteriormente en 1899.
La críica literaria recibió con entusiasmo la obra de López Méndez y emitió juicios acertados. Alejandro Urbaneja lo llamó peregrino de la gloria, galán de las Ciencias y de las Artes. En el Tachira fue el escritor e historiador Xuan Thomas García Tamayo uno de sus grandes estudiosos.